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Desafío en Dubai

Para los trabajadores inmigrantes de Dubai, la crisis financiera ha traído severas dificultades, pero, también, una oportunidad para desafiar las condiciones injustas en las que trabajan.

Por: Shashwat Udit |Traducido por: Ana Clara Muñoz Amezcua

Desafíoo en Dubai

Los enormes rascacielos de dubai han sido construidas por trabajadores migrantes, mayormente del sudeste asiático.

Hasta hace poco, Dubai parecía ser una de las historias de mayor éxito en el mundo, repleta de brillantes rascacielos, hoteles de lujo, gigantescos centros comerciales e islas artificiales. Ante semejante esplendor, trabajadores del sudeste asiático, jóvenes del medio oriente e inversionistas de todo el mundo se aglomeraron en Dubai. Pero, aún en los tiempos de auge, no todos los inmigrantes disfrutaban de las indulgencias de la ciudad. Algunos sólo contaban con viviendas destartaladas, trabajos peligrosos bajo el sol ardiente del desierto y, con frecuencia, eran engañados por sus empleadores. Durante los años de la burbuja económica, los problemas con los que se enfrentaban los trabajadores inmigrantes podían fácilmente ser ignorados. Cualquier intento de organizarse resultaba en encarcelación o deportación. Pero el impacto de la crisis económica actual no se puede ignorar tan fácilmente. Al golpear la crisis financiera global, se hizo evidente que en realidad lo que impulsó el crecimiento de Dubai fueron préstamos baratos y no fundamentos sólidos. Los proyectos de construcción se paralizaron, las compañías se declararon en quiebra, y el enorme conglomerado estatal Dubai World suspendió los pagos de su deuda causando pánico en el sistema financiero. Sin embargo, de acuerdo a la declaración de Samer Muscati, investigador del Human Rights Watch de los Emiratos Árabes Unidos, "los más afectados por la crisis fueron los trabajadores."

 

Durante los años de auge, los traficantes de personas cobraban el pasaje a la tierra prometida en miles de dólares, lo cual significaba que muchos de los trabajadores llegaban a Dubai estando fuertemente endeudados. Al ser despedidos, muchos de estos obreros, también se quedaban sin manera alguna de pagar sus deudas. Aún peor, los empleadores se aprovechaban de los trabajadores con el fin de negarles lo que les era debido. Para evitar pagarles su sueldo, muchos de estos últimos, esperaban hasta que sus empleados fueran a visitar a sus familias para despedirlos. El gobierno de los Emiratos Árabes Unidos, del cual Dubai es un constituyente, rechaza las opiniones sobre la falta de protección y la explotación de los trabajadores inmigrantes. Un empleado del gobierno de los E.A.U. hablando de forma anónima, no negó que las empresas privadas hayan cometido abusos, pero subrayó que las leyes y acciones gubernamentales demostraban el compromiso del gobierno ante los derechos de los trabajadores. El funcionario, a su vez, destacó la existencia de un nuevo sistema electrónico para el registro de salarios, lo cual hace imposible cualquier forma de engaño al momento de pagar a los empleados. El Ministro de Trabajo, Saqr Gobash, proclamó el nuevo sistema como "un modelo digno de emulación en el fomento de los derechos de los trabajadores". No obstante, los trabajadores no están a la espera de la acción gubernamental. Ellos "apenas logran sobrevivir y enviar dinero a sus familias," dijo un trabajador de la agencia Associated Press. A pesar de que se les exige abandonar el país en cuanto queden desempleados muchos de estos trabajadores se aferran desafiantemente a sus visas y, de la misma manera, algunos otros permanecen ilegalmente en el país. A pesar de que está prohibido formar sindicatos, organizarse e irse a huelga, muchos de los obreros ya lo han hecho. En diciembre, empleados realizaron una huelga en contra de la empresa Robust Contracting por no haber pagado los salarios de sus trabajadores durante tres meses. Durante los años de auge, semejante comportamiento ameritaría la encarcelación o la deportación de los huelguistas. Pero ahora el gobierno de E.A.U reconoció la necesidad de investigar a la compañía y no a los trabajadores.

 

Aún así, diversos grupos de derechos humanos conservan sus dudas al respecto. Muscati expresa su preocupación ante la posibilidad de que sólo "se trate de elementos ópticos." Aunque leyes bien intencionadas se encuentran ya en los libros, los inspectores encargados de hacerlas valer son escasos. Asimismo, se han presentado retrasos y dificultades al implementar las nuevas cuentas electrónicas. Además, Muscati, reconoció que el problema se extiende por encima del gobierno de E.A.U. Instituciones y corporaciones occidentales operando en Dubai, entre ellas Guggenheim y la New York University, conceden proyectos de construcción a contratistas conocidos por no respetar los derechos de los trabajadores. Los países de origen de los empleados migrantes, principalmente de Asia del sur, también se benefician en gran medida de las remesas, suficiente como para que se hagan de la vista gorda respecto a las redes de trata que operan dentro de sus fronteras. Finalmente, "todo el mundo está dispuesto a hacer dinero de estos chicos," como explicó Muscati.

 

El problema radica en un sistema que abandona a los trabajadores a merced de sus empleadores. Dada esta truculenta dinámica de poder, no es sorprendente que algunos se vean tentados a explotar a los indefensos. Los trabajadores se están levantando para desafiar esta dinámica. A pesar de la crisis, un Dubai que aspira a la grandeza, debería de ayudarlos en su camino.

 


 

 

 

 

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